En sus manos ardió el bosque, de Diego Álvarez Miguel

En sus manos ardió el bosque más que una lectura es una relectura. Recuerdo haber comprado el libro de casualidad, porque quería Hidratante Olivia, también de Diego, y no lo había, así que me lancé y elegí este.

Tengo la costumbre de ojear la sinopsis de los libros y formarme una expectativa en base a eso:

La vida es una gran obra sin ensayos. ¿Cómo saber lo que responder ante sus golpes más inesperados? Enfrentado a sus sentimientos, Hugo se hace preguntas decisivas para salir adelante y recuperar la esperanza. Durante su recorrido emocional, vivirá las experiencias cotidianas que se producen tras la separación de la persona amada. Detrás de cada poema y de cada canción, en cada una de las páginas de este libro subyace una historia en la que el amor, el dolor y la ilusión germinan para brotar con fuerza inextinguible.

Yo, sinceramente, tenía miedo, mucho miedo. Miedo de encontrarme con una novela predecible, cutre, de amor barato y que el único sentimiento que me produjese fuera el de abrir la ventana y saltar. Por suerte no fue así. Resultado de imagen de en sus manos ardio el bosque

Al empezar a leer no sabes muy bien qué pasa, puesto que se intercalan presente y pasado, pero es justo esa incertidumbre la que te hace quedarte. La trama versa sobre el amor, el amor corriente y eso, para mí, es lo mejor. Ahora bien, no es una ruptura, no aparece el típico dramón del vecino del quinto y la señora del tercero metiendo cizaña; es una historia conmovedora y más real de lo que me gustaría (ahora mismo me encantaría hacer un spoiler, pero voy a ser buena persona).

Por otro lado, la música y la poesía juegan un papel importante, de superación. Se ve claramente su utilidad (ejem, ejem) y, sobre todo, que no hace falta tener tres cátedras y cinco másters para disfrutarlas. Observas de cerca cómo alguien quiere mejorar escribiendo y componiendo, por amor al arte y no para dedicarse a ello.

Otro tema fundamental es la reflexión, que está presente en toda la novela. La incomprensión de cosas ajenas al ser humano y, sobre todo, las charlas filosóficas. Esto último me alegra, pensaba que era de los pocos  frikis a los que aún les gusta divagar.

Finalmente, la prosa. Sé que repito esto mucho, que sí el lenguaje es impresionante, que sin las forma de narrar no sería nada y blablabla, pero esta vez es cierto. La trama es irrelevante, un medio, puede cogerse y tirarse a la basura. El libro aúna prosa y poesía, tanto a la hora de narrar como literalmente. No obstante, a mí me transmitió más la parte narrada. Concretamente, hacia la mitad y final del libro, el principio me llamó menos la atención.

Resumiendo, En sus manos ardió el bosque es una novela corta y lo que yo entiendo por buena narrativa actual, que mezcla un lenguaje sencillo y literario, con cierto grado de reflexión pero sin perder lo cotidiano. A veces, resulta irrisorio lo que nos intentan vender por cotidiano (debe de ser que hay gente viviendo en Marte y yo no lo sé) o por prosa poética, que transmite mucho (sí, Defreds, te miro a ti).            Se nota que es un libro escrito por alguien joven, que espero que siga escribiendo hasta su madurez literaria (más le vale, porque no quiero imaginarme de hater ). A veces me gustaría decirle: «¿Puedes hacerte mayor más rápido y escribir mucho? Sobre todo esto último.»

Finalmente, añadir que Diego Álvarez forma parte, junto con Xaime Martínez y muchos más, del grupo fundador del movimiento literario el Patarrealismo Salvaje (si alguien es o quiere ser editor de libros de texto de Secundaria, que sepa que es una opción muy interesante, ¡que tiemblen los del 27!). Así como dato irrelevante… muchos de ellos son asturianos.

Espero que os haya gustado la breve reseña, aunque haya sido algo más subjetiva que de costumbre. Un saludo.

 

 

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